¿Hay alguna razón para no hacer el camino sola?

Irse sola al camino es una experiencia vital en sí misma y con una gran capacidad de transformación, precisamente porque la sencillez y la repetición nos conducen a un estado de mayor conciencia, mayor apertura y menor resistencia al cambio. Es evidente que esto vale tanto para ellos como para ellas.

Es más, aunque sea una generalización, frecuentemente las mujeres son más dadas a compartir y a verbalizar sus experiencias, con lo que el camino constituye un espacio idóneo para encontrar esos momentos de conversación con otras personas, ya sea en ruta o a final de etapa. Se dice que el camino nos iguala a todos, a ricos y pobres, y que ahí somos simplemente peregrinos. También nos iguala en cuestión de género.

Hoy el camino es ya más femenino que masculino. En los años noventa, solo tres de cada diez peregrinos eran mujeres. Esa proporción fue creciendo hasta que en 2018 se produjo el sorpasso: fue el primer año en que hubo más mujeres (50,3%) que hombres (49,7%). Hay miles de mujeres solas en la ruta, viviendo el camino intensamente como cualquier otro peregrino.

En el Camino hoy ya hay más mujeres que hombres

¿Debo temer alguna cosa? ¿Hay agresiones sexuales? Temer, no debes temer nada. Igual que no temes cuando sales a la calle en tu vida cotidiana. Pero te pones en alerta cuando algo te chirría. En el camino tu actitud no debe cambiar: tranquilidad como norma y alerta cuando se dispara alguna señal de alarma. El camino es una “ciudad” de 300.000 habitantes y, aunque es muy excepcional, puede no estar exento de agresiones o actitudes machistas. En los últimos diez años se han reportado una quincena de agresiones sexistas de distinto tipo. Así que hay que estar atenta, pero la idea del temor solo sirve para arrebatarte una experiencia magnífica y de empoderamiento personal. Y eso sí sería discriminatorio.

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