¿Voy a adelgazar en el camino?

No. Olvídalo. Si tu propósito es adelgazar, no vayas. Y si tu propósito es hacer el camino y, de paso, adelgazar, tengo una buena noticia y una mala para ti: vas a hacer el camino, enhorabuena, pero no vas a adelgazar.

Recurrir al camino para perder peso es una mala idea. Pero no todo son malas noticias: sin duda te vas a poner fuerte, te vas a poner mazas, vas a ganar masa muscular, quizá incluso como nunca la hayas tenido antes, pero peso no vas a perder.

Muchos peregrinos hemos hecho la prueba. Nos hemos puesto sobre la báscula antes de partir, y al regreso nos hemos dirigido de nuevo a ella con aire de satisfacción para comprobar con horror y amargura que no solo no había bajado, sino que habíamos subido ligeramente. Hemos querido tirar la báscula a la basura, pero lo cierto es que no hay engaño y funciona correctamente.

Efectivamente quemamos muchas calorías al caminar seis o siete horas diarias. Pero ese gasto energético es equivalente al consumo calórico de lo que comemos para reponer. Tanto quitas, tanto pones. Como ejercitamos constantemente los músculos, desciende nuestra masa de grasa y aumentamos nuestra masa muscular, pero pocas son las variaciones a nivel de peso.

Ahora ya lo sabes. Sólo tienes dos opciones: quedarte igual o ganar peso. De ti depende, según tus comilonas y según las cervezas que consumas, la posibilidad de, como mal menor, no engordar en el camino.

¿Cuál es la actitud del peregrino?

4 de junio de 2021

¿Qué calzado me llevo al camino?

4 de junio de 2021